Te quiero hacer una pregunta y te pido que la respondás con total honestidad: ¿cuánto esfuerzo hacés en el día?… de las 24 horas que tiene cada día y que podés vivir como vos quieras, ¿cuántas de esas horas pasás haciendo un esfuerzo físico, emocional o mental?… dale, pensalo por un minuto… ¿cuánto de tu día es esfuerzo?
El esfuerzo del que te hablo tiene muchas facetas y lo podés notar en lo físico (hacer, hacer, hacer y nunca permitirte descansar), en lo emocional (sostener situaciones que te duelen, te lastiman o te provocan ansiedad o malestar), o en lo mental (el imparable teatro mental en el que intentás controlar, resolver y poner todo en orden a tu alrededor). Este esfuerzo constante te agota y a la vez no te deja dormir, te produce un malestar emocional que te aleja de quienes querés, te quita el placer de lo que te gusta y anula tu capacidad de disfrutar.
Muchas veces no somos conscientes del gran esfuerzo que hacemos. Lo enmascaramos llamándolo ‘ponerle ganas’, ‘tirar para adelante’ o ‘ser responsable’. Lo justificamos diciendo ‘es que alguien tiene que hacerlo’, o ‘es que no me queda otra’. Lo negamos diciendo algo así como ‘no pasa nada’, ‘estoy acostumbrada y me gusta’, o ‘a mi me gusta trabajar mucho, eh?’ O lo barremos debajo de la alfombra con un ‘el fin de semana descanso’ o ‘ya voy a dejar de hacerlo…’ que nunca llega.
Hacemos de todo menos hacernos cargo… Y el primer paso para salir de este estado de ‘esfuerzo constante y perpetuo’ es animarnos a verlo, a reconocerlo, y a explorarlo con la intención de descubrir otras formas de hacer y ser que sean más orgánicas.
En la exploración de hoy te invito a que te encuentres con tu esfuerzo, a que lo explores, y a que descubras nuevas formas de empezar, de a poquito y con paciencia, a soltarlo. Dale, ¿exploramos?
Por favor, recordá que al ser este un trabajo no-supervisado es fundamental que respetes tus propios límites, tiempos y ritmos naturales.
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Con una intención sincera y unos pocos minutos de práctica cada día vas a notar una gran diferencia en tu experiencia interior. Date el tiempo, no te apures, y disfrutá el camino. Y si querés profundizar aún más, te invitamos a que te sumes a 
